Ahora es Canadá quien impone aranceles altísimos a los modelos eléctricos chinos para proteger su mercado, ¿será una buena idea?
Carlos Tavares, director ejecutivo de Stellantis levantó la voz hace algunos meses considerando que las tasas impositivas desde Europa a los productos de China no era una buena decisión.
En su lógica, esto solo alenta el proceso de desarrollo de los propios fabricantes, les hace retrasar la innovación, competitividad y creo que no está para nada equivocado.
Canadá de cualquier modo a decidido imponer un arancel adicional del 100% a los modelos eléctricos chinos vigente a partir del próximo 1 de octubre. Este arancel se suma al del 6.1% pero ahí no para la cosa, hay planes de un 25% de arancel también a las importaciones de acero y aluminio que vengan de China, a partir del 15 de octubre.
Al mismo tiempo se pide revisar las políticas de incentivos no solo a productos de nuevas tecnologías o limpias, sino con países con los que Canadá tenga acuerdos comerciales.
La razón responde a un criterio del Departamento de Finanzas de Canadá en el que considera que los autos eléctricos chinos se benefician de políticas y prácticas que no están basadas en el mercado y generan una competencia injusta.
Lo cierto es que la fuerza que tiene la industria automotriz China es apabullante y se requieren no solo producir buenos autos, sino hacerlo rápido y a los costos más competitivos del mercado, una realidad muy diferente en el país asiático.
Esto es solo la punta del iceberg, estoy seguro que veremos similares acciones en otros países en donde la oferta de productos chinos comienza a dominar el panorama, aunque la realidad es que los eléctricos no son del todo una solución clara e inmediata en todos los mercados.
